La cabeza de un asesino en serie.

Esta es la cabeza del asesino en serie que tiene 175 años en un frasco. Es considerado por muchos como el primer asesino en serie de Portugal, Diogo Alves nació en Galicia en 1810 y viajó a Lisboa cuando era un niño pequeño para trabajar como sirviente en varias casas de la capital.

No pasó mucho tiempo antes de que el joven Alves se diera cuenta de que una vida de crimen, era mejor para obtener ganancias, así que en 1836, se había trasladado a trabajar a una casa ubicada en el Acueducto.
En 1836, cuando tenía 26 años, su historia empezó a teñirse con el tono de la crónica negra. Su patrón de entonces, el doctor Joao Tomás de Carvalho, decidió despedirlo porque le "desagradaban los instintos feroces" de los que daba muestra de vez en cuando Alves.
Fue cuando decidió firmemente empezar con los robos y los asesinatos, estos los hacía pasar como suicidios, a la gente la golpeaba y posteriormente les robaba. Después de despojarlos de lo poco que llevaban los arrojaba desde lo alto del canal.
Los arrojaba sobre el borde de la estructura de 213 pies de altura, enviándolos a caer a sus muertes. Entre 1836 y 1839, repitió este proceso unas 70 veces.
La policía local atribuyó inicialmente las muertes a suicidios imitados por el, lo que llevó a un cierre temporal del puente.
Después del cierre, Alves formó un grupo de bandidos, antes de que fueran capturados mientras mataban a cuatro personas dentro de la casa de un médico local, fue ahí cuando Alves fue arrestado y condenado a muerte por ahorcamiento.
En febrero de 1841, fue su ejecución, después de que el asesino pasase por la horca. Una de las personas que siguió el caso con más atención fue José Lourenço da Luz Gomes, uno de los cirujanos más respetados de Portugal, era un estudioso de la frenología, la pseudociencia que sostiene que se puede reconocer el carácter de una persona si se analiza bien la forma de su cráneo.
Fascinado por la historia y la trayectoria de Alves, el médico quiso estudiar con calma la cabeza del criminal. Para conseguirlo tiró de sus contactos con más altas influencias, a las que formuló una petición descabellada: quería quedarse con su cabeza. Su propuesta fue bien recibida y el cráneo preservado terminó en las estanterías de la Escola Médico-Cirúrgica, de donde pasó a su ubicación actual: la Facultad de Medicina de Lisboa
Con los ojos claros abiertos de par en par, la boca cerrada en una mueca relajada, las mejillas hinchadas y el cabello rojizo flotando en el formol, la cabeza de Alves sigue acaparando miradas furtivas de los estudiantes de Medicina de Lisboa desde su tarro de cristal.




Créditos: M.A.C.N

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